sábado, 21 de junio de 2014

EL NUEVO REY DE ESPAÑA FELIPE VI

Por Eduardo García Aguilar
En una ceremonia sobria, constitucional y laica, el nuevo rey de España Felipe VI asumió las riendas simbólicas de una España multicultural que enfrenta no solo una severa crisis económica con casi un cuarto de la población desempleada, sino la amenaza de la desintegración por el auge del separatismo en Cataluña, la persistencia del nacionalismo vasco y gallego y el aumento de movimientos disidentes que piden la instauración de la República.
Después de varios años de desprestigio de la corona por los escándalos de corrupción del yerno del rey Undargarín, en los que está involucrada su esposa la Infanta Cristina, así como por los deslices crepusculares del propio rey saliente Juan Carlos II, amante de la caza africana y de la buena vida mientras los españoles comunes y corrientes se sumían en la ruina y la desesperación, la abdicación de viejo monarca y la  llegada de Felipe VI se consideraban necesarios para dar un nuevo impulso al país.
Felipe VI se convierte así en el primer monarca español que jura ante la Constitución y no ante el crucifijo, al lado de una bella esposa de la clase media cuyo abuelo fue taxista. Tanto el nuevo monarca como la reina tienen sólidas formaciones. El hasta el jueves Príncipe de Asturias, graduado en la prestigiosa universidad norteamericana de  Georgetown, ha desempeñado desde hace décadas funciones diplomáticas al asistir a centenares de ceremonias internacionales donde en contacto con jefes de Estado aprendió poco a poco lo que significa llevar las riendas de un estado, enfrentar crisis y plantear estrategias a futuro en un mundo cambiante.
Lejos ya de los terribles tiempos del franquismo, al que su padre Juan Carlos II traicionó por fortuna para instaurar hace cuatro décadas la democracia española y abrir el camino al poder a los socialistas y comunistas que fueron torturados y perseguidos por el régimen del tirano, Felipe VI accede al poder simbólico con el apoyo mayoritario de los partidos tradicionales, entre ellos el del Partido Socialista, quienes tenían como mira garantizar la estabilidad en estos momentos de tormenta tras la abdicación.
La mayoría de los analistas españoles coincidieron en plantear que el problema en esta coyuntura no es la oposición entre Monarquía y República, pues el sistema imperante a partir de ahora sería el de una "República coronada" donde el monarca, sin ningún poder ejecutivo, cumple solo funciones de mediador en los múltiples conflictos y tensiones del país y representante de España a nivel internacional, tal y como ocurre con la reina Isabel II en Inglaterra.
En su primer acto el sábado, al día siguiente de su ascenso al trono, los nuevos monarcas españoles participaron en una ceremonia en honor de las víctimas del terrorismo que ha afectado a España en las últimas décadas, desde los independentistas vascos de ETA causantes de 829 muertes en 40 años y los izquierdistas españoles del desaparecido GRAPO, hasta los islamistas fanáticos que mataron a 191 personas e hirieron a 1.900 en el sangriento atentado en Madrid el 11 de marzo de 2004, un verdadero trauma nacional.
Comienza pues una nueva era en España, pero la tarea no será fácil para Felipe VI, aunque esté bien formado y tenga talante democrático, sereno y conciliador. Signo de su vocación humanista, citó en su discurso inaugural a cuatro poetas representantes de las cuatro lenguas habladas en el mosaico español: Antonio Machado, Salvador Espriú, Gabriel Aresti y Alfonso Castelao.
La espantosa bancarrota económica que hundió al país hace unos años tras el estalllido de la burbuja inmobiliaria y de la cual aun no sale, dejó a millones de españoles en la miseria, obligados a entregar los apartamentos y casas que compraron ilusionados en los tiempos de bonanza artificial. Un cuarto de la población está en el desempleo total. Familias enteras no tienen nada para vivir y vegetan en la incertidumbre. Pueblos enteros han sido abandonados.
Construcciones faraónicas y delirantes, fruto de la corrupción, quedaron en obra negra por quiebra y son cientos de miles los edificios y urbanizaciones desoladas que no encuentran adquirientes. El derroche descarado de los politicastros españoles en los años de gloria dejó con deudas colosales a las comunidades autónomas, y muchas veces ni siquiera hay para pagar salarios a pequeños funcionarios. La prensa y otros grupos famosos están en crisis y venden activos para hallar liquidez. Si no fuera por los turistas alemanes, ingleses, franceses, rusos y nórdicos que vienen al país en busca de sol, no habría casi ingresos viables.
Cientos de miles de jóvenes y adultos, muchos de ellos titulado, han tenido que emigrar a otros países europeos como Inglaterra y Alemania en busca de trabajo y, como en losviejos tiempos, otros tantos han emprendido la ruta de América Latina en busca de mejores oportunidades.
Todo ese malestar se concreta en el espejismo independentista catalán, muchos de cuyos ciudadanos creen que separándose de España podrán solucionar la crisis, lo que está lejos de ser cierto. Crecen movimientos de indignados que incrementaron la votación del movimiento Podemos frente a los desprestigiados partidos tradicionales.
Esos son los retos enormes de Felipe VI. Por eso las ceremonias de su ascenso fueron tan discretas, sin invitados internacionales ni despliegue de realeza y lujo, lo que hubiera sido una bofetada al pueblo español. Su discurso moderado y la convicción de que puede ser útil, así como el apoyo de las instituciones, son elementos que dan cierta solidez a su llegada.
Pero el camino será largo e incierto para él. La vieja Madre patria, que tan bien conocemos porque de ahí provienen los ancestros que emigraron desde hace siglos a la América hispana y cuya lengua hablamos, emprende una nueva ruta de peligros, como la practicada en su tiempo por el Quijote por los caminos de la Mancha junto a su fiel escudero Sancho Panza, quien de paso gobernó muy bien en la Ínsula Barataria.
Esperemos que el país no se fragmente y conserve con prosperidad futura las conquistas democráticas logradas después de siglos de guerras, muerte, intolerancia y dictaduras de diversos pelambres, tan bien contados por sus espléndidos novelistas, ensayistas y poetas que siempre nos iluminan y asombran cuando los leemos.