sábado, 28 de mayo de 2011

LA INFAME POLICÍA CATALANA Y EL MALESTAR EUROPEO

Por Eduardo García Aguilar
Las escenas de violencia del viernes 27 de mayo en las calles de Barcelona, cuando la policía atacó con lujo de violencia a indefensas jovencitas y jovencitos del movimiento pacífico « Indignados » que acampaban en la plaza de Cataluña, muestra la efervescencia que se siente en varias capitales de Europa, donde se trata de reproducir el modelo de las rebeliones de Túnez y Egipto contra un clase política corrupta y desprestigiada.
Las imágenes de los temibles policías catalanes golpeando y haciendo sangrar a una jovencita que grita despavorida mientras es arrastrada hacia el vehículo policial y las imágenes de jóvenes ensangrentados bajo los golpes inclementes, muestran que cualquier chispa trágica puede desencadenar un movimiento grave de rebelión contra la injusticia en España.
De inmediato los indignados volvieron a acampar en Madrid, donde miles de manifestantes acudieron a la Puerta del Sol y los barceloneses se reinstalaron en la plaza, de donde los querían desalojar con el pretexto que había que preparar las festividades en caso de triunfo del equipo local Barça frente al Manchester en la Liga de Campeones. O sea el fútbol corrupto como arma para aplastar a un movimiento ciudadano.
El estado se arroga el derecho de despejar a los ciudadanos indignados para obligarlos a celebrar la millonaria empresa futbolística privada y por supuesto imponer el anestesiante pan y circo del fútbol a una ciudadanía que está harta de la crisis, la corrupción, la plutocracia y la dictadura de dos partidos que ligados a los grandes capitales y a los medios manipulan a la población y la polarizan.
Los infames Mossos de Escuadra actuaron igual que los policías tunecinos y egipcios contra los valerosos jóvenes que gritaron basta y tratan de hacer reflexionar sobre estos años de delirio artificial vivido por España tras el ingreso a la Comunidad Europea hace unas décadas, cuando gracias a las subvenciones europeas y a las burbujas inmobiliarias y financieras hicieron creer a todos que el pais había pasado sólidamente de la pobreza del franquismo a convertirse en una potencia que bajo el derechista Aznar incluso se daba el lujo de apoyar guerras ajenas.
Todo era una gran mentira. Millones y milones de edificios surgían como champiñones en ciudades, playas, campos, riberas, devastando con cemento la naturaleza. Ilusionados por el cuento chino de ser propietarios, millones de españoles de todas las edades se endeudaron hasta el cogote en condiciones leoninas y ahora no saben como hacer para pagar los enormes intereses de esas viviendas devaluadas que valen a veces la mitad de lo que costaron.
La clase política corrupta del Partido Popular bajo Aznar y del Partido Socialista bajo González y Zapatero se enriqueció en esa feria, y escándalo tras escándalo vimos el desfile del concubinato entre políticos y celebridades, mafiosos latinoamericanos, árabes y rusos y la plutocracia de España, autoritaria y sedienta, depredando en América Latina como en los tiempos de la Colonia.
La burbuja atrajo como moscos a millones de latinoamericanos, en su mayoría peruanos, ecuatorianos, argentinos y colombianos pobres que viajaron a España con la ilusión de un empleo y de un día para otro, tras la crisis y el fin del sueño, se vieron atrapados allí sin un peso, considerados como desechables, por lo que regresaron más pobres que antes a su tierras. Y en lo que respecta españoles, el desempleo es la ley en todo el país, los jóvenes deben vivir para siempre al lado de sus padres y quienes milagrosamente obtienen un empleo deben satisfacerse con los famosos mil euros que dieron origen al triste calificativo de « mileuristas » a los millones de empleadillos de la Madre patria.
La dictadura bipartidista surgida de la transición ha terminado por ser una arrogante bota de plomo sobre la juventud que nació y creció después de la muerte del dictador genocida Francisco Franco. Los políticos siembran odio día a día y sólo utilizan las fallas del enemigo para atacarse sin pensar en el bien común. Por eso los jóvenes ya no pueden más y salen a acampar en las calles ante la mirada atónita de esos padres que vivieron las tres décadas gloriosas de la ilusión de progreso generado por el ingreso a la Comunidad Europea, cuando ingresar a ella era visto aún como la llegada a las tierras del maná bíblico.
A los españoles han seguido ahora los indignados griegos que acampan para protestar por las condiciones draconianas de los planes de rigor aplicadas por las potencias a una población que no tiene la culpa de las fallas de su clase politica. En Inglaterra los jóvenes manifestaron hace unos meses contra los planes gubernamentales de precarizarlos y cerrarles las puertas de las universidades, mientras los intoxican con bodas reales millonarias. La juventud inmigrante francesa de los suburbios también se rebeló hace unos años incendiando miles de vehículos en los malditos barrios donde la policía sarkozysta reina dictatorialmente contra el inmigrante árabe o africano.
Pero ahora las imágenes de la infame policía catalana golpeando a inermes jovencitas, dejan atónitos a quienes hemos amado a Barcelona como un lugar de luz y cultura. Ahora la policía quiere obligarlos a celebrar la industria de un fútbol millonario y corrupto con el que la clase política quiere tampar el sol de la crisis con balones. Los despreciados jóvenes moros de Túnez y Egipto han dado por fin un ejemplo a los jóvenes europeos y les muestra el camino de indignación necesaria tras años de lobotomía mediática, arribismo y política mediocre.

lunes, 23 de mayo de 2011

SEXO, CAMA, POLÍTICA Y MENTIRA




Por Eduardo García Aguilar
Dominique Strauss Kahn, director del Fondo Monetario Internacional (FMI), era uno de los hombres más poderosos del mundo y el más probable futuro presidente de Francia, o sea una figura a abatir a toda costa para sus enemigos políticos. Los gabinetes secretos habían empezado ya a disparar unos días antes contra el personaje, acusándolo de todas las barbaridades. Primero, de viajar en un auto Porsche que ni siquiera era suyo y luego usar trajes de decenas de miles de dólares. Pero la principal acusación era que se trataba de un peligroso seductor y libertino que adoraba a las mujeres, las orgías y los desbordamientos sexuales en la cama.
En unas semanas todo indicaba que Strauss Kahn presentaría su candidatura, mientras las encuestas auguraban casi con toda certeza que derrotaría al actual presidente de Francia dentro de un año por amplio margen. Su ascenso causaba pánico en el Palacio del Elíseo y en los rangos de la derecha, dividida y desanimada a causa de las torpezas del actual mandatario.
Cuando Strauss Kahn tomó la jefatura el FMI hace unos años, esa institucion había perdido toda su fuerza y prestigio y ahora, tras su renuncia por el escándalo, el brillante economista la dejó en pleno funcionamiento, con energía recobrada para enfrentar las consecuencias de la crisis mundial y tratar de apagar incendios en varios paises en bancarrota de la vieja Europa.
Cáiganos bien o mal su figura, el asesinato político y humano en directo del personaje y su defenestración por un supuesto intento de violación o manoseo de una camarera de 32 años en un hotel de lujo de Manhattan, lleva a sacar conclusiones sobre la nueva era informativa que vivimos, donde la noticia es una mercancía muy rentable. La presunción de inocencia fue totalmente vapuleada en directo y la vendetta fue de tal magnitud que provoca escalofríos y muestra la perversidad del sistema político-mediático que domina el mundo como una gigantesca araña de multiples visos fosforescentes.
Cuando Strauss Kahn entraba a la cárcel, se anunciaba que la modelo italiana Carla Bruni, esposa del actual presidente de Francia y principal rival del supuesto sátiro, está embarazada, por lo que en este año electoral todas las revistas del corazón hablarán de ellos y al final una buena parte de la población cursi, probablemente lo reelegirá para un segundo mandato, pues el bebé fascinante aparecerá en la recta final, poco antes de las elecciones.
Por un lado veremos en directo el viacrucis del poderoso libertino, el sucio viejo verde, y por otro la historia perfecta del triunfante aunque poco agraciado presidente que será padre en plena campaña electoral. A un lado el demonio, el lascivo macho cabrío panzón y canoso, socialista, y al otro el reencauchado personaje presidencial de derecha, muy parecido a Louis de Funés, que se ha desembarazado milagrosamente de su principal enemigo.
Strauss Kahn era el único candidato de rango mundial en las filas de la izquierda moderada cuyas capacidades técnicas y de estadista nadie cuestionaba. Pero como el otro único presidente socialista, el finado Francois Mitterrand, tiene fama de mujeriego y libertino, asunto por demás totalmente natural en un país donde florecieron en el siglo XVIII los inolvidables libertinos encabezados por Casanova, Retif de la Bretonne y el Marqués de Sade.
Francia se salvó de convertirse en un país puritano como Estados Unidos, el único donde pueden ocurrir cosas tan delirantes como el escándalo vivido por Bill Clinton a raíz de una aventura consentida con Mónica Lewinsky en la Sala Oval de la Casa Blanca. El mundo vivió en directo su caída entre polémicas bizantinas sobre la introducción de un cigarro en el sexo de la joven y las probables manchas de semen en la falda. Todo eso instrumentalizado en una batalla política entre republicanos y demócratas por repugnantes procuradores que después se supo tenían rabo de paja.
En Francia y los países latinos europeos, desde los tiempos de los libertinos, el sexo, las orgías, el intercambio de parejas, la heterosexualidad o la homosexualidad, el adulterio, la frecuentación de cortesanas, los hijos fuera del matrimonio, son asuntos de orden privado que no afectan a las carreras políticas ni incumben a los procuradores de la moral.
Pero ante la globalización mediática acelerada en la era internet, se ha introducido una velocidad escalofriante que impide, cuando se genera un escándalo, tomar la distancia necesaria para reflexionar y por eso un chisme, una calumnia o un presunto delito se convierten de facto en condenas puritanas en directo, lapidaciones instantáneas del acusado.
Basta entonces lanzar un rumor, una acusación falsa, una manipulación infomativa, para que el mal esté hecho y sea irreversible en una coyuntura política. Un opositor puede ser fácilmente llevado a la picota pública. Poderosos, gobiernos, servicios secretos, gabinetes mediáticos, lobbys económicos, especialistas en guerras sucias informativas pueden difundir historias en la prensa que abatirán al abatible.
La política en democracia se convirtió en una astuta obra de ficción donde todas las armas son posibles. Desprestigiar al enemigo y armarle trampas sexuales. Utilizar la propia vida privada para engrandecerse, inventando parejas de sueño, historias de amor ficticias. Todas las armas mediáticas son posibles para manipular a una población mundial de miles de millones de borregos.
Las revistas del corazón y la prensa en general son los instrumentos de esta manipulación permanente y la democracia, que se inventó supuestamente para oponer ideas políticas y dar la voz al pueblo, se volvió una sucia trama de golpes y contragolpes mediáticos que ocultan siempre la verdad en beneficio de sucios y tenebrosos intereses.


sábado, 14 de mayo de 2011

VIDA, GLORIA Y TRAGEDIA DE PABLO NERUDA

Por Eduardo García Aguilar

Ahora que la polémica sobre el posible asesinato de Pablo Neruda a manos de los esbirros de Augusto Pinochet el 23 de septiembre de 1973 enciende los espíritus en Chile, basta tomar su Canto General para volar como nunca por los océanos de la palabra, porque de su voz, de eso que llaman estro brotan acantilados, precipicios, soles, montañas, grandes ríos, lágrimas y amores desbordados en el salitre de la tarde.


Todo lo que tocaba Neruda con su palabra lo convertía en oro o en dolor o en lluvia o en silencio y desde muy temprano, iluminado por la fuerza inédita de la lengua castellana, enriquecida por viajes y lecturas, se convirtió poco a poco en la voz del continente y más allá, de la tierra toda y las estrellas.


Nació en 1904, publicó su primer poema a los 14 años y sus famosos Veinte poemas de amor a los 20, y más tarde con los Versos del Capitán y el Canto General obtuvo una merecida gloria en vida, sólo comparable a la que tuvo otro gran poeta latinoamericano, el nicaragüense Ruben Darío, de similar magnitud literaria.


He pensado en todo esto al leer en la prestigiosa revista mexicana Proceso, que su último asistente personal y chofer, Manuel Araya, de 65 años, da otra versión de su muerte, que parece bastante factible. Dice la revista Proceso que « Todo estaba dispuesto para que el poeta y premio Nobel de Literatura Pablo Neruda se exiliara en México. Había viajado de su casa en Isla Negra a Santiago de Chile y un avión enviado por el gobierno mexicano estaba listo para recogerlo. Sin embargo, tuvo que ser internado en la clínica Santa María. Avisó por teléfono a su mujer, Matilde Urrutia, y a su asistente Manuel Araya que un médico le había puesto una inyección en el estómago. Unas horas después murió. Araya –quien estuvo al lado del poeta en sus últimos días– cuenta a Proceso un secreto que lo ahoga: el poeta fue asesinado ».


El golpe lo había sorprendido en su preciosa casa junto al mar en Isla Negra, donde tenía todas las pertenencias recogidas a lo largo de su vida de viajes, como el famoso mascarón de proa y todo tipo de piedras, obras de arte y libros. Sufría un cáncer de la próstata que estaba controlado, según Araya. Cuenta el ayudante que se fueron el 19 de septiembre con Matilde Urritia y Neruda, hacia Santiago de Chile, con la esperanza de huir en ese vuelo que llevaría al poeta al exilio. Dejaron a Neruda en la clínica, fueron por sus pertenencias y al regresar de Isla Negra se percataron de la mancha roja en el estómago del poeta. Esa misma noche, del 23 se septiembre, murió quien acababa de obtener apenas dos años antes el Premio Nobel de Literatura. Araya fue detenido esa misma tarde, baleado e internado en un estadio. Matilde Urrutia no quiso presentar demanda para no agravar su situación y evitar que le confiscaran la casa de Isla Negra.

Así terminó esa gran vida en la angustia, el dolor y el miedo. Cuentan que los tres fugitivos se tomaron de la mano y lloraron juntos e inconsolables en ese viaje de Isla Negra a Santiago antes del desenlace final, luego de ser agredidos, requisados y humillados varias veces por los militares, impasibles ante el hecho de que fuera Neruda el más grande hombre de Chile y les pidiera clemencia. Los militares habían llenado los estadios de presos y estaban matando como ratones a todos los opositores, sin dejar de revisar ni el más mínimo rincón del país para exterminar socialistas, comunistas, izquierdistas o miembros de agrupaciones progresistas cristianas o humanitarias de bien.

Cuando Neruda estaba en vida, su voz fue una liberación y un consuelo que se volvía clímax al llegar a las ciudades que visitaba, convertido en la fuerza moral latinoamericana. Su llegada era siempre un terremoto y su figura enorme, gruesa, paquidérmica, rostro hinchado, cachucha de cuadros, nariz protuberante, gran barriga, paso torpe de leviatán indonesio, era un imán que atraía a todos desde los rincones desclavando relojes, en países y ciudades donde todavía la poesía tenía algún valor.

A Neruda a los quince años tuvimos la fortuna de seguirlo desde lejos, casi espiándolo, cuando se paseaba con su esposa Matilde Urrutia por las calles de Manizales, durante los días que estuvo en la ciudad. Nos habían dado libre en el Instituto Universitario para ir al recital al Teatro Fundadores el 8 de octubre de 1968 y miles de personas de toda las edades y orígenes acudimos a escucharlo. Fue tal la algarabía y el entusiasmo, el deseo de no quedarse afuera, que centenares de personas excluidas rompieron las gruesas vidrieras de la entrada y abarrotaron el teatro hasta que no cupo una aguja.

Como no había lugar, nos subimos al escenario y permanecimos todo el tiempo a su lado escuchándolo, mirando desde arriba al público hipnotizado. Al final le sustraje un recorte de papel con el que marcaba el volumen del Canto General, del que había leído apartes ante el entusiasmo de la multitud y que decía con su letra escrita con plumón verde « 13. Pobreza. ».


Sólo cinco años después vendría el trágico desenlace de este gran poeta que de la gloria pasó en unos días a ser un paria solitario e incómodo, que pudo ser asesinado antes de salir por el mundo a volver a cantar y luchar contra la dictadura con una fuerza moral que habría sido intorelable para el régimen.

domingo, 8 de mayo de 2011

OSAMA BIN LADEN Y EL SATÁNICO DOCTOR NO

Por Eduardo García Aguilar

Ni en las películas más delirantes de espionaje, como las del agente 007 James Bond frente al Satánico Doctor No, se alcanzó la dimensión fantástica y cómica del personaje global y destructor Osama Bin Laden, quien logró dominar esta primera década del siglo XXI dejándonos sin aliento y sembrando el terror, apoyado en el fanatismo de una secta religiosa loca.


Todos los hombres de esta época recordaremos hasta el último suspiro la espectacultar destrucción de las Torres Gemelas en Nueva York y la muerte de miles de personas atrapadas en ese símbolo mundial del poder estadounidense, al lado del Wall Street. Cuando vimos en directo esas imágenes pensábamos que se trataba de una película y no de la realidad contante y sonante que inauguraba con esplendor escalofriante el siglo XXI.


Una década antes, en 1989, habíamos celebrado en Nueva York la impensable caída del Muro de Berlín y de los tiempos de la Guerra Fría, e incluso algunos excitados teóricos del momento, como el famoso Francis Fukuyama, auguraron con ingenuidad el fin de la historia.


Uno tras otro los países de la esfera soviética se fueron liberando de la bota totalitaria y la propia Rusia, al mando de Mijail Gorbachov y del borracho Boris Yeltsin, se desmoronó como un castillo de naipes, dando paso al retorno del capitalismo y del cristianismo ortodoxo bizantino que reconstruyó las fabulosas iglesias derruidas por José Stalin.


La vieja Rusia bolchevique se trocó en un país supercapitalista dominado por grandes oligarcas ultramillonarios y caminar ahora por la calle Arbat es asistir a un obsceno espectáculo de lujo y derroche, autos de marca, tiendas para nuevos ricos, prostitutas fascinantes y glamour de perfumados arribistas.


De lado asiático, la China de Mao Tse Tung, el "inolvidable sol rojo que ilumina nuestros corazones" de hace cuatro décadas se volvió el infame taller de un capitalismo salvaje, donde los supuestos comunistas dominan una mano de obra barata con la que logran una acumulación gigantesca que hace temblar las potencias occidentales dominadas por estafadores.


Y en medio de tantas sorpresas, los islamistas fanáticos, surgidos de la caja de pandora dejada por el hundimiento del bloque soviético, reaparecieron con toda su fuerza exigiendo que el mundo vuelva humildemente bajo su dominio, como lo soñó el profeta Mahoma. Un mundo tribal bajo la ley del diente por diente, donde la teocracia domine todas las expresiones humanas bajo el grito estremecedor de los muecines desde las cúpulas de sus minaretes.


El Renacimiento, la Ilustración y las Repúblicas lograron detener por un tiempo el avance de los fanáticos islamistas, instalando en parte del mundo valores de tolerancia y derechos humanos, pero de repente, cuando creíamos haber llegado a la modernidad laica lejos de totalitarismos y fanatismos, la hidra de la intolerancia renació con las dos cabezas ventrílocas de Bin Laden y George W. Bush.


Cuando los talibanes dominaron Afganistán tras la retirada rusa y empezaron a hacer reinar el terror de la ley islamista, vimos decapitaciones y lapidaciones de infieles y adúlteras en estadios llenos de gente que celebraba la explosión de la sangre. La mujer que Occidente había liberado poco a poco, volvió a ser la esclava cubierta por las negras burqas y las imágenes o expresiones de otras religiones o culturas fueron prohibidas. La locura y el desafío de estos dementes llegó incluso a dinamitar una giganteca imagen milenaria de Buda, sin tener en cuenta las protestas del mundo.


Ahí en ese Afganistán dominado por los talibanes reinaba Osama Bin Laden. Ahí se formaron los nuevos ejércitos que combatirían contra los infieles de Occidente y poco a poco ese millonario descarriado, hijo de magnates árabes, que conocía todos los lujos y poderes, se volvió el líder mundial de un espectacular desafío, como en su tiempo lo fueron en la ficción el tenebroso Doctor No o Goldfinger, perseguidos por el apuesto agente 007 y sus bellas acompañantes.


Bin Laden siguió apareciendo en videos, lanzando mensajes amenazantes y sobreviviendo milagrosamente a bombardeos y guerras de venganza lanzados por Estados Unidos. Los talibanes cayeron, pero Bin Laden siguió por ahí protegido por las tribus y los altos poderes secretos de Pakistán, una potencia nuclear que oscila peligrosamente entre Occidente y el islamismo.


Todas las especulaciones eran posibles y ahora, de repente, diez años después, volvemos a vivir en directo el fin de este oscuro personaje, con la esperanza de que su tiempo haya pasado, pues las revoluciones árabes han dado por ahora la espalda al fanatismo religioso y al deseo de teocracias.


Como en las películas de James Bond, Bin Laden murió en la casa donde vivía hacía seis años al lado de su harem y después su cadáver fue lanzado al mar para que nunca haya un santuario o una nueva Meca a su nombre.


Bin laden quería ser el nuevo Mahoma y tal vez en los próximos siglos los hombres de esas tierras lo tendrán en su santoral al lado de los profetas. Este es el mundo increíble que vivimos. Si los grandes pensadores de la Ilustración, encabezados por Voltaire, regresaran al mundo, no podrían creer lo que vemos. El Satánico Doctor No ha vuelto y se ha ido como por encanto disfrazado de Bin laden, el espléndido juguete que asustó esta década al niño que todos llevamos dentro.

domingo, 1 de mayo de 2011

OSCAR JURADO: DANDY Y SAMURÁI DE LOS ANDES

Por Eduardo García Aguilar
La última vez que lo vi fue en el café La Casona, a donde llegué por azar hace cuatro años y lo encontré sentado allí con la imagen inconfundible de dandy en el mejor sentido de la palabra dandy, o sea elegante, indómito, lúcido y rebelde como fue siempre a lo largo de su vida, desde los tiempos en que los adolescentes infectados por la literatura lo admirábamos en Manizales como el modelo a seguir porque además era un Samurái invencible.
Fue muy emocionante volver a verlo, pues para muchos desempeñó el papel de un hermano mayor en materias de literatura, dramaturgia y actitudes vitales y éticas, sin olvidar los momentos vividos al calor de la copa y la amistad o en las intensas luchas sociales de entonces, sin las cuales la formación de un hombre no vale la pena. Era el más contemporáneo y lúcido escritor del momento, conectado con las tendencias nuevas de la literatura latinoamericana, que palpó en su periplo argentino, y sus ideas políticas y sociales eran abiertas y mesuradas sin el fanatismo infantil de los sectarios en boga.
Oscar me miró con esa complicidad que nos unía desde hacia tanto tiempo, cuando en zonas ya arqueológicas del recuerdo vivíamos los años en que la ciudad nuestra se convirtió en un centro cultural de importancia latinoamericana y mundial con el Festival Internacional de Teatro, visitada por figuras como Miguel Angel Asturias, Pablo Neruda, Ernesto Sábato, ---quien acaba de morir mientras escribo estas líneas--- Jerzy Grotowsky y centenares de figuras del teatro y la literatura que llegaban desde todos los puntos cardinales y nos nutrían con sus ideas.
Pidió media botella de aguardiente Cristal para celebrar el momento y brindamos con pocas palabras, con la alegría mutua de saber que el discípulo había seguido su camino lejos y que el joven maestro había recorrido el suyo con dignidad admirable en una sociedad injusta y corrompida, alejado de la vanidad y la apariencia, el arribismo, la intriga, la burocratización, transcurriendo con inteligencia y lucidez a toda prueba contra la corriente.
En otra mesa mi amigo el poeta Antonio Leyva fue testigo de ese reencuentro y con la sabiduría de los viejos amigos generosos que entendía lo que significaba para mí, quiso que fuera así entre ambos, cara a cara, solos, sin interrupciones, el encuentro de dos seres humanos que saben ya con la experiencia que veinte años no es nada, como dice el tango.
Debo decir que esos momentos de conversación y alegría vividos mientras terminábamos la media botella han sido uno de los más emocionantes encuentros que he tenido con un escritor, porque pocas veces se comparte además de la literatura, una forma de vivir la vida y pedazos de la misma que se hunden ya en una personal arqueología coterránea digna de ficción. Fue tan emocionante ese encuentro como cuando almorcé con Gabriel García Márquez en el restaurante André de Coyoacán. No sólo los escritores triunfantes, famosos y gloriosos son importantes. Los escritores cobijados por el silencio, los rebeldes como él, son también muy grandes.
Porque sus amigos más jóvenes fuimos testigos de su amor y el dolor profundo de perderlo y tuvimos la fortuna de conocer a Antonieta y atestiguar esa bella pareja que hacía con su amada, podemos decir que Oscar era también un ser de carne y hueso, más allá del mito que era para todos nosotros los estudiantes poetas, con sus inolvidables piezas teatrales Ellos tienen la culpa, El día de la ira, Collage para siete marginados y el magisterio como formador de directores de teatro. Una parte de la historia de la ciudad y la vida lo compartimos. Los agites sociales, el entusiasmo cultural y periodístico y la pasión de vivir con la única ambición de guiarse por una ética humana, más cerca de los desposeídos que de los poderosos.
La hora pasó y el dandy en el mejor sentido de la palabra dandy se despidió. Salió de La Casona rumbo a la terminal de autobuses, cargando una bolsa oblicua en el hombro y se perdió por las calles antes de que avanzara la noche. Se fue con su barba entrecana, el bello rostro de viejo viajero erguido frente a la tempestad de la vida, su impecable saco, que en él parecía salido de una exclusiva sastrería londinense. Fue la última vez que lo vi. Me dijo que vivía afuera de la ciudad y era un ermitaño rodeado de música y de libros. No se quejaba, sonreía, comunicaba vitalidad.
Oscar Jurado (1944-2011) nos acompañó con la complicidad de un hermano mayor cuando dábamos los primeros pasos de escritores, nos abrió con Héctor Moreno, Beatriz Zuluaga y Mario Escobar Ortiz las páginas culturales de La Patria para nuestras primeras creaciones.
Alguna vez, a los 15 años, fui a verlo en la redacción de ese diario con un pequeño cuaderno de poemas que escribí en cuarto de bachillerato, durante las clases de matemáticas, y después de leerlos, puso allí estas palabras inolvidables : « Eduardo: el día que el azúcar sea para todos ya no tendremos palabras amargas » y estampó su firma, que tengo aquí a la vista, a mi lado a la hora que ha muerto Ernesto Sábato, el autor de El Túnel y Sobre héroes y tumbas.
En aquellos tiempos irrepetibles, cuando la ciudad se convirtió en un centro cultural importante a través los primeros Festivales Internacionales de Teatro, Oscar Jurado ya era una autoridad en materia teatral, intelectual y periodística. Ahora nos toca releer sus textos y volver a ver sus piezas de teatro. Y seguir teniéndolo como ejemplo de Samurái, de viajero solitario en océanos agitados por la tempestad de la poesía.

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Otras obras de Oscar Jurado: Las señales del desahucio. Las fronteras del sueño. Retrato de un desconocido.